domingo, 10 de diciembre de 2017

LE FIN

-La alcayata va a morir. ¡Tiene que morir! - Declaraba aquel jueves Isra, maestro de ceremonias, ante el público congregado con ocasión de la ofrenda semanal a la Todosustentosa. 
Se hizo un breve silencio. Como en una obra de teatro, una vocecilla infantil se alzó de pronto, exigiendo la respuesta que nadie se atrevía a pedir: 
-¿Por qué tiene que morir? 
Desde las profundidades de la barba del artista, tan densa que bien podría alojar, como Henri Miller hubiera querido, una armónica o un calendario, surgió en su lugar la respuesta: 
-¡¡Para que nazca otra cosa!! 
Y así, en cosa de dos minutos, los allí presentes asistimos a una escena fugaz de microfilosofía espontánea. Tras la cuelga, me fui a casa rumiando todo aquello.


La alcayata y este blog tienen puntos en común. Los dos son respuestas creativas a hechos absurdos y aleatorios: la presencia de un clavo en la fachada de un museo, el brote de una enfermedad en una persona joven y sana. Pero el tiempo sigue su curso, lo que era nuevo ya es viejo, “ya fue”, la alcayata debe morir.  Este blog lleva ya un año inactivo, medio muerto, como Walt Disney: en suspensión, congelado, sin saber si algún día el ingenio dará para resucitarlo. Pues bien, hay que despedirse. Tal como Walt se despidió, supongo, de sus seres queridos, mediante el correspondiente funeral. O igual su confianza en el progreso científico era tal que, viéndose ya en las últimas, dejó un post-it en la nevera, metiéndose acto seguido en la cámara frigorífica. Pero lo dudo. Como decía, todo llega a su fin. This is the end, beautiful friend.

Este blog se termina aquí. Y eso es una buena cosa: significa que ya no tengo nada que contar en el terreno de mi (ex) leucemia. Vuelvo a tener pelo y llevo una vida normal. Ya no soy una porra ni voy por ahí colocada de cortisona. Los objetos punzantes no punzan tan a menudo. Ya no soy fan de lo que hay, y eso también está bien. Porque ser fan, que no es otra cosa que adoptar una postura activamente zen, es algo a lo que hay que recurrir cuando se impone la fatalidad y no cabe otra salida que la aceptación filosófica y pacífica de lo que hay. Pero la fatalidad, de momento, se ha ido, dejándome de nuevo al mando. Al menos hasta que Fortuna, esa prostituta viciosa, vuelva a aplastarme bajo su rueda, se impone el volver a funcionar como todo hijo de vecino: coger catarros de un par de días o mejor, no cogerlos, madrugar de lunes a viernes, agobiarse por tonterías, pensar en el futuro como si sirviera de algo, llevar peluca porque sí y no por ausencia de pelo propio. Y eso sí, de vez en cuando, seguir desayunando en la cama. ¡Me he curado, estoy tan sana como una manzana!

Así que me despido para volver a engrosar las filas de los sanos, corrientes y molientes. Pero no sin antes decir adiós y sobre todo, gracias. Gracias a todos los que me apoyasteis con vuestros mensajes de ánimo a lo largo de todo este proceso. Me habéis demostrado con creces que las redes sociales pueden servir para cosas buenas, que la gente es bondadosa y aparece a echar un cable cuando realmente lo necesitas. Conocidos y desconocidos, antiguos compañeros de clase, amigos viejos y nuevos, todos habéis sido geniales y lo recordaré siempre. Gracias a los excelentes profesionales del HUCA, que aúnan la mayor destreza profesional con admirables cualidades humanas: enfermeras, bedeles, doctores, todos estupendos. ¡Gracias a la Seguridad Social! Sin la cual no sólo estaría criando malvas sino que habría dejado a mi familia en la ruina, pues de no ser por este sistema, nadie que no sea asquerosamente rico puede costearse cómodamente la cobertura sanitaria que hizo remitir mi cáncer, localizó un donante nada menos que en Canadá y que mantiene futuras leucemias a raya mediante un tratamiento tan innovador como costoso. Gracias también a la Fundación Josep Carreras, que juega un papel central en esto de encontrar donantes, y a todos los que donáis sangre y médula, gracias por hacer que todo esto funcione. Gracias, por último, a mis amigos, al Almirante y a mi familia, los mejores amigos, novio y familia de cualquier mundo posible.

Colorín colorado, este cáncer se ha acabado. Doy por clausurado este blog, que quedará suspendido entre la maraña virtual, por si a alguien le sirve de algo. 
¡Larga y próspera vida!