lunes, 11 de abril de 2016

Rudolf el reno y Paulo Coelho

Hay un conocido sketch en la serie Padre de Familia en el que Rudolf, el reno de la nariz roja que guía el trineo de Santa Claus, va a hacerse un chequeo médico. La escena transcurre así:

Doctor:   Bien Rudolf, por fin sabemos por qué tienes la nariz roja.
Rudolf:   ¿Por el polvo mágico? ¿O por las colas de duendes?
Doctor:   No, es un tumor.
Rudolf:   ¿Se refiere a un tumor mágico de Navidad?
Doctor:  No, un tumor maligno. Con su base incrustada en lo más hondo de tu cerebro.
Rudolf:   Oh. ¿Como un feliz y especial…?
           Doctor:   Vas a morir.

Hace poco me encontré con la siguiente imagen en las redes sociales, y aparte de reírme un rato, pensé que Paulo Coelho es un poco como el Rudolf de Padre de Familia, y Poe como el doctor.  


Que conste que no tengo nada en contra de ninguno de los dos, sólo es una idea que me hizo gracia. Y así dándole al tarro y haciendo un poco de autocrítica, pensé: “esto de hay que ser fan de lo que hay suena igual un poco Coelho, ¿no?” y bueno, he de confesar que, todos mis respetos mediante al señor Coelho y sus seguidores, nada hay más lejos de mis intenciones que parecerme a Paulo, diosa me libre. Me pareció oportuno entonces dedicar esta entrada a explicar el origen del Proverbio de Prim.

Prim, o Pablo Baixauli, no es, a pesar de que ha generado un buen acervo de sabios proverbios  contemporáneos, un escritor o un filósofo. Pablo Baixauli es un artista. En concreto, es un estilista, y muy reputado por cierto. Es por tanto un esteta cuyos materiales son las tijeras, la maquinilla y el cabello humano. Recorre Europa haciendo obras de arte en las cabezas de la peña. Si pasáis por Valencia podéis encontrarle en Albana HairClub haciendo virguerías como éstas que veis en la foto. 



¿Qué significa esto? Que a Prim le pierde la estética, la pinta que tienen las cosas. Por eso acuñó la frase “hay que ser fan de lo que hay” siendo él mismo una persona que en la vida le diría a nadie lo que tiene o no tiene que hacer. En realidad él hubiera dicho algo como “puedes ser fan de lo que hay”, pero no nos engañemos, esto suena a anuncio de pastillas para adelgazar y un poco a Coelho también. El imperativo “hay que”, en cambio, queda muy redondo cuando al final se le pone eso de “lo que hay”, como un círculo que se cierra o uno de esos nombres bonitos que se leen igual en las dos direcciones.

Prim escogió así una frase un tanto oscura llevado por su amor al arte, pero a diferencia de sus predecesores los presocráticos, la argumentación de Prim se conserva en la actualidad plenamente documentada, por lo que podemos contarla aquí mismo con sus palabras sin echar mano de ninguna sesuda hermenéutica. La cosa es así:

Te levantas de la siesta el típico domingo de resaca. Tiendas cerradas, invierno, el Offlicence o chino de la esquina más cercano se antoja a dos días de viaje en carromato. Te mueres de hambre pero tienes la tarjeta de crédito temblando después de la juerga de anoche, vamos a ser austeros y a mover el culo a la cocina a ver de qué disponemos para llenarnos el buche. Abres entonces la nevera y ésta revela un panorama desolador: Dos salchichas Campofrío y un paquete empezado de tranchetes contemplan el proceso de fosilización de ese medio limón que al final nunca usaste para nada. En este escenario, se oye una voz de macarra valenciano: es el Prim.

-Bueno, esto es lo que hay, ¿no? ¿Hay otra cosa? ¡No! ¿Hay algo mejor? ¡No! Pues lo que hay es de puta madre tronco.

Pero no os creáis que el Prim coge las salchichas y los tranchetes y los mete tristemente en el microondas. El Prim es un ser creativo y, una vez conoce sus recursos, se pone a crear: corta las salchichas en plan finolis, busca algo de harina que habrá en algún cajón, algo de agua y aceite y se hace una masa de pan. Le pone los tranchetes y se curra unos bollitos de queso y salchicha de chuparse los dedos. Después lo emplata, espolvorea por encima alguna que otra especia, le echa un chorro de esa salsa de soja que vive en el armario de en medio, y queda un resultado final que podría figurar en la carta de El Bulli.

¿Qué haría, en cambio, Paulo Coelho? Yo creo que, en la misma situación, Coelho tiraría de microondas. Eso sí, posiblemente se comería su cutre y frugal merienda sentado en la posición del loto y muy despacito, concentrando el poder de su mente en la idea de que cada bocado de esa bazofia le está de hecho transportando a un mañana de luz y color. Posiblemente después colgaría el paquete vacío de tranchetes en la pared para rezarle alguna plegaria por las mañanas después del saludo al sol, creyendo firmemente en que el nuevo día traerá una marca de queso de calidad superior.

Y en mi opinión, aunque no es mi opción, Coelho haría bien. A mí me parece muy respetable, lo mismo que coger la salchicha cruda y comérsela llorando agazapado en el rincón más oscuro del cuarto de baño. Cada uno tiene su sistema, y yo no voy a decirle a nadie lo que tiene que hacer mientras nos respeten a los demás al hacerlo.

La frase “hay que ser fan de lo que hay”, por tanto, es un poco engañosa. Pero me da igual, porque, como el tipo que flotaba en la piscina del Gran Lebowski, soy una nihilista. Y ya lo decía el Nota: “Eso debe ser agotador”. Por tanto, estas son todas las explicaciones que daré sobre mi filosofía personal. A partir de aquí, me limitaré a citar a Marx, Groucho: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

Y ya para terminar de marear la perdiz ideológica, os dejo con este vídeo en el que me rapo la cabeza en plan skinhead. ¡Fiesta!





14 comentarios:

  1. No se como explicártelo, pero gracias al texto me di cuenta de que tenia que cambiar de vida, así que me armé de valor y me dirigí a la estantería a revisar los libros. Bueno vale, en realidad Paulo Coelho tampoco me gusta tanto, así que fuera con él, los libros de autoayuda, en realidad ¿Quién los necesita? pero lo peor vino cuando me di cuenta de que, si de verdad quería cambiar, también tendría que despedirme de él, así que lo abrace por ultima vez y miré con cariño la portada, “Como conseguir a la mujer de tus sueños”, en fin que se le va a hacer. Por ultimo me fui al armario y pille la camiseta con la imagen de Charlot, hice un bulto con ello y me baje al patio donde le prendí fuego a todo. La verdad es que al final me sentí liberado, especialmente cuando me di cuenta de que aun tengo el teléfono de Angelina Jolie.

    Sigues siendo la mejor.

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  2. Una filosofía que además despierta el apetito. Doblemente buena. Compro! Compro!!

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  3. jaajajaajajjajaajaja Buenísimo!!!

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  4. jaajajaajajjajaajaja Buenísimo!!!

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  5. Magnífica explicación, ¡brava, Rosa! A Paulo Coelho no lo tengo muy claro, pero ya veo cómo le brotan los paquetes de cabrales en la pared alrededor del envase de tranchetes... Bueno, más bien serán hongos; y, si he seguido correctamente tu idea, el Prim encontraría en ellos una nueva variante de la penicilina. Todo un personaje.

    En cuanto al nombre del blog, muy buena la circularidad que comentas, pero también me llama la atención que escribas ocho palabras que no pasan de las tres letras; eso no es fácil.

    Ahora, a ver si logro descifrar esa empanada ideológica de la bandera.

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    1. Jajaja, lo de la bandera hay que tomárselo con humor, yo lloré de risa la primera vez que la vi, pero igual es que soy una descerebrada

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    2. Lo de la bandera me suena conocido, hace unos años en el congreso de los diputados, el grupo de Izquierda Unida (que nombre mas bonito para una banda) votó algo así como 3 a favor, 2 en contra y una abstención, creo recordar que incluso un diputado abandonó el hemiciclo durante la votación. A la semana siguiente tuvimos reunión en la agrupación y yo estuve tentado de proponer que nuestro lema electoral fuese: "Pienses lo que pienese, ¡Lo Tenemos! vota IU", creo que la bandera sería el complemento perfecto.

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  6. Juan, me troncho cuando lo cuentas así, pero quienes creemos que el término disciplina de voto es una aberración caeremos siempre en esas cosas... Ah, y sobre tu comentario de arriba: miedo me da imaginarte con un libro de autoayuda que te tomases en serio. ¿Tú no eres quien pensó: «dicen que es bueno correr para dejar de fumar»? Y lo siguiente resultaron ser maratones.

    Rosa, ¡¿«descerebrada»?! (Iba a escribir que eres normal, pero un no sé qué que qué sé yo me detuvo la mano.) Yo reaccioné pensando que no reconocía algún signo; ¿de verdad sabíais qué era esa estrella de cinco puntas en un círculo? Y entiendo que hay un eco de la bandera confederada, ¿no? ¿Qué más me pierdo? (No, no contestes...)

    Pero vamos, que Internet me ha acostumbrado a unos engrudos ideológicos de tal calibre, que no sé si en la vida real una esvástica con bandera LGTB me sorprendería. Sí me hizo gracia ver en Suiza banderas en los balcones con el fondo rojo y la cruz rellena de los colores en cuestión para celebrar el día del orgullo.

    Aprovecho para citar al poeta clásico (quicir, Javier): «Si a las banderas / no se las lleva el viento / es por el palo».

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  7. Hola luchadora!!! Hoy empecé a leerte y me encanta, eres una campeona y como asturiana que soy se que estamos hechas de otra pasta, vamos que tenemos una genética cojonuda, porque lo de la sidra y les espiches nos hacen de "acero indestructible" jijijijij, bueno guaja seguiré leyendote y mandando te un poco de mi fuerza, y un montón de besucos. Hasta mañana

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  8. Eres buena. Perdón, eres genial!!!... Si alguna vez hubiera sido visionaria de talentos literarios o su versión de tiras cómicas, seguro seguro seguro te hubiera elegido. Me encanta cómo transmites...enserio, brutal!

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